
Un día de invierno, un regalo inesperado y mi papá entregándome el joystick de un FAMILY GAME, este día quedara en mi memoria como uno de los días felices de mi vida, señora consola que me supo entregar horas, días, años de jugabilidad para hacerme sentir un niño feliz, supe hacerla padecer pero ella siempre a mi lado, esa fue mi única consola en lo que va de mi vida, la supe querer, algún día quedo en un rincón y fue vendida al mejor postor, triste final pero no esperen otra cosa, esto es la vida real, no una película. Ese es el comienzo de mi vida de vicioso, pase por Arcades, en lo que se conocía como Winners, donde supe como utilizar 25 centavos para ganar hasta 76 fichas en un día, dominar cualquier juego con solo jugar un par de veces, y hacer valer mi curioso talento para el vicio hizo que se creara y criara mi lado burlisto y seguro a limites insospechados, no asustéis, puedo decir que con el tiempo todo se apacigua o que todo lo que sube tiene que bajar o que madure o que me supieron bajar los humos, todo eso tiene algo de verdad, por eso lo comento. Como todo vicio tiene su lado feo, en mi caso fue el hacer aparecer mentiras para decir donde andaba ya que no aparecía por mi casa desde la salida del colegio. El tiempo pasa y deje de frecuentar los Arcades tan silenciosamente que nadie se dio cuenta. De ahí y gracias a unos conocidos de mi barrio, que luego llame amigos, estos eran dos hermanos muy parecidos, amigos de unos amigos, Matias y Sebastián, conocidos como los “Gomecitos”, hasta el día de hoy unos Sres. amigos, y tome a Matias como mi archirival, por ser inmutable, su jugar era un juego despreocupado pero fuerte, el siempre salía de situaciones horribles, bajo presión actuaba como ninguno, digamos un Roger Federer del joystick, con ellos pase a los 32 bits que entregaba una PLAYSTATION, esta solo hacia girar un solo disco, el del Winning Eleven, un juego de fútbol, el cual como buen vicioso, supe dominar, y siendo el mas chico del grupo hacia padecer a los que jugaban conmigo, era algo así como un prodigio, lo que pensaba lo realizaba, estratégico, soñador, algo que hacia de mi una maquina, horas y horas eran las que pasábamos jugando, para mi mis ojos y mis manos eran los mas preciado que tenia, con gotas para los ojos en mis bolsillos andaba de aquí para allá, no había momento en que la adrenalina del juego decayese, una coca entre las sillas y el ruido del joystick llegando al limite del uso apropiado, eran nuestros mejores acompañantes, pero como todo se acaba, el tiempo no basta, pero cuando lo tuvimos, lo aprovechamos al máximo, salir con los ojos hinchados y ver a la gente afuera haciendo lo que la gente hace era señal de que la pasamos bien, todo evoluciono hasta las consolas, nosotros adquirimos mas responsabilidades y poco a poco nos fuimos alejando, ahora somos de la vieja escuela, tuve que colgar los botines, mejor dicho los joysticks, pero están, colgados pero están.
1 comentario:
MUY bueno. MUY
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