por la ventana del sanatorio...
De noche en pleno centro distinguir una estrella es cosa casi imposible, el horizonte negro con una candela naranja lo impedía.
Solo tres edificios, solo unas dos luces de un edificio estaban encendidas.
Como olvidarme de aquella luz intermitente que prendía cada tres segundos, rojo intenso que me costaba ver pero el hacerlo me entretenia.
Las esquinas vacias por demas eran la firma de la madrugada.
Cuando se cerraba la ventana, volvia a mi cama y el suero a su lugar.
